Se necesita talento para aprender a preguntar. Aquí hay mucha habilidad. El contrainterrogatorio es algo que puede enseñarse, pero se aprende sobre todo a través de la experiencia.
Contrainterrogar a los testigos, según los abogados experimentados, es como hacer una buena faena a un toro: “Algunos testigos requieren cuatro pases, mientras que otros requieren seis. Sin embargo, no lo sabrás hasta que estés en la corrida. La clave es entender cuándo hay que parar y cuándo no”.
¿Cómo realizar un interrogatorio eficaz de los testigos?
El arte de la interrogación se divide en ocho puntos distintos. Estos son los siguientes:
Memoria
El interrogador debe tener la cabeza llena de hechos y conocimientos adquiridos a partir de las declaraciones anteriores del testigo, de las declaraciones de otros testigos vinculados que hayan prestado o vayan a prestar declaración, así como de todos los documentos asociados y otros tipos de pruebas.
Además, si hubiera algún detalle del lugar del suceso, deberías tenerlo claro.
Sus manos deben estar libres la mayor parte del tiempo y su mirada debe estar fija en el testigo.
Si tiene que consultar notas u otros materiales escritos todo el tiempo, perderá algo crucial: la rapidez.
Sintaxis
Las preguntas deben formularse con rapidez, pero con cautela.
Deben ser sencillas y sin ambigüedades, consistiendo en afirmaciones simples en lugar de frases complicadas para evitar que sean legalmente problemáticas, y estar construidas de tal manera que la mayoría de las veces se requiera una respuesta de sí o no.
Lógica
La mayoría de las preguntas, incluso las que pretenden ser divertidas, deben hacerse de forma racional.
Pueden, y con frecuencia lo hacen, estar fuera de orden o yuxtapuestas entre sí, pero el objetivo final es obtener respuestas que, consideradas en conjunto, contradigan lo que el testigo “debería haber dicho” si su relato fuera exacto.
Control
El interrogador debe mantener un estricto control sobre su testigo, sin permitirle explotar ningún punto vulnerable, como eludir las preguntas difíciles con extensas descripciones destinadas a desviar la atención; también debe mantener un estricto control sobre la dirección y el ritmo del interrogatorio.
Actitud
El tratamiento de un testigo por parte del interrogador debe ser apropiado dadas las circunstancias.
Cuando se interactúa con una persona mayor, atractiva y agradable, así como con un menor, no se utiliza un tono de voz alto y sarcástico.
En cambio, es adecuado expresar disgusto o incluso burla hacia un testigo que está mintiendo mediante actitudes, gestos o tono de voz, y esto se hace más evidente a medida que continúa su relato.
Velocidad
Un testigo que revela menos que toda la verdad necesita “tiempo” para considerar y modificar sus respuestas, que no deben darse.
El contrainterrogatorio debe hacerse a un ritmo casi constante para que el testigo que intente fabricar sus respuestas no tenga tiempo suficiente para hacerlo.
Un Momento Adecuado
Saber aprovechar las posibilidades que se presentan durante el contrainterrogatorio requiere una gran habilidad.
Una vez que se ha atrapado al testigo, el golpe a la yugular debe administrarse antes de que el testigo haya tenido la oportunidad de defenderse.
Además, si es posible, hay que tratar de poner al público en un estado de incertidumbre y sospecha sobre la honestidad del testigo antes de cualquier pausa, para que esta impresión se quede en el tribunal y se refuerce durante la pausa.
Terminación
Al concluir el interrogatorio, un interrogador debe saber cuándo abandonar la escena sin insistir en un examen exhaustivo de todo lo que el testigo dijo o supo.
Una de las últimas cosas que aprenden los abogados litigantes es cuándo, dónde y cómo terminar el contrainterrogatorio.